Ya me decís que os parece ;)
Os dejo con la lectura, su título es...
LAS LLAVES SOBRE LA TIERRA
Divagué nerviosa el lugar con la mirada, todo resultaba
extrañamente conocido y a la vez, todo lo contrario. Sin embargo, estaba segura
de una cosa, nunca había estado allí.
Era una sala, que no sabría describir su configuración
geométrica, varios pilares se izaban como árboles en un bosque, el suelo seco,
como de un desierto pero sin arena… el aire que se respiraba apaciguaba de
alguna forma mis pulmones. Cerré los ojos unos segundos, llenándome de ese
oxígeno calmante… volví a abrirlos sorprendida, un olor a humedad, a salado, al
césped recién cortado, a una mañana después de la lluvia... incluso a fuego y
humo, a cenizas… ¿acaso todos los elementos conocidos se habían unido en un
solo perfume?
Avancé despacio, recordé vagamente cómo había llegado allí,
la cabeza me dolía horrores al tratar de hacerlo; podía ser que el viaje no hubiese
sido de los mejores que había tenido en mi vida… de hecho, no creía que lo
fuese… Mis neuronas visionaron una borrosa imagen de una casa, una biblioteca,
coger algún libro y abrirse una puerta de detrás del sillón del abuelo, una
puerta que apareció de la nada, saliendo del mismo suelo… Llevé mi mano a las
sienes de mi cabeza y traté de serenar el dolor punzante que me atenazaba.
Levanté mi mirada, quizás si mirase al cielo, el dolor se me
apaciguaría un poco… ¿cielo, dónde estaba el cielo? Dios mío, los muros se
alzaban altos, tan altos, que por mucho que tratase de vislumbrar hasta donde
llegaban, no había manera… esas cosas, llenaban lo que debía ser el cielo, un
escalofrío me recorrió, no es que estuviese en un lugar cerrado, donde fuese
que me encontraba, era espacioso y amplio… quizás infinito. Me fijé en aquellos
muros, llenos de piedras de todos los tamaños y colores, de tan extraño relieve
que no pude evitar acercarme a tocarlo. Mis ojos se abrieron de par en par ante
lo que mi cerebro reconoció como tierra… era tierra; toqué varias, eran
distintas es aspereza o suavidad… incluso en olor. Alargué mi visión a lo lejos
del impresionante lugar. ¿Dónde demonios estaba? ¿Qué eran esas cosas?
Seguí mi camino sin sentido, no tenía nada por lo que
orientarme… quizás solo estuviese en un sueño profundo, en una pesadilla de
esas que parecen tan reales que no sabes distinguir de tu propia realidad… pero
no, de alguna forma, sentía que era verdadero, y por más inverosímil que
sonase, estaba en casa.
Una brisa salada y fresca me saludó de repente, y sin saber
porqué, la seguí. Me llevó rápida a través de varios pilares, más gruesos, o
más finos… el suelo comenzó a cambiar de color a un azul aguamarina,
recordándome a una playa del Caribe, y después, a la profundidad del océano;
entonces, me tropecé con una puerta.
La puerta era semiovalada, con unos extraños grabados en
relieve en todo su marco, del mismo color que la superficie sólida que pisaba…
y esa brisa, venía de allí. ¿Cómo era posible? La puerta estaba cerrada, no
tenía ningún pomo ni nada… sólo una cerradura donde encajar alguna llave…
¿Llave?
Mi cerebro bombardeó otra imagen borrosa, un manojo de
llaves que yo misma movía en mi mano, que yo misma había usado para abrir
aquella puerta del suelo en la biblioteca del abuelo.
Palpé mis bolsillos, en el derecho encontré un bulto que
tintineaba, ¿Cómo no me había dado cuenta antes? Pesaba… no como una tonelada,
pero sí lo suficiente como para que mi bolsillo llegase hasta cerca de mi
rodilla y me rozase con unas frías puntas… ¡rayos! Mi bolsillo debía estar
agujereado. Saqué aquel peso de allí, un manojo de llaves, color plata oscuro
envejecido, brillaban sinuosas en la luz pálida del ambiente,
Alcé una de ellas, y sin dudarlo, la metí en la cerradura.
La puerta cedió al instante de hacer un claro “clik”; la empujé suavemente, la
brisa marina enardeció todos mis sentidos por completo… pero para lo que no
estaba preparada era para verme en una burbuja bajo el océano Atlántico… y
sabía que era el océano Atlántico, sin explicación alguna. Mis ojos se abrieron
desmesurados, guardé el manojo y avance con la boca abierta al ver una manta
gigantesca nadando a mi vera.
- Pandora, ven aquí.- me llamó una voz.
Giré mi cabeza para ver quién era.
- ¿Abuelo?- él sonrió.- ¿Qué es este lugar?
- Tú eres la única que puede manejar su propio secreto.
¿Mi propio secreto? Llegué hasta él, su cabello canoso largo
hasta los hombros, mirada azulada como el profundo mar, su barba rozaría ya la
semana. Sus manos me atraparon al instante.
- ¿Qué es este lugar, abuelo?- repetí mi pregunta, al tiempo
que mi cerebro y mi abuelo me revelaban la respuesta.
Me miró fijamente.
- El secreto mejor guardado de la tierra, el más peligroso
al que se pueda acceder… la cuna de toda vida y la muerte… tu caja secreta,
Pandora. No dejes que nadie más la abra.- dijo; mi rostro lleno de asombro le
hizo sonreír nuevamente, tiró de mí con cariño.- Hablemos, mi niña… de cómo lo
esconderemos.
Hasta mi próximo reto!!! Espero que les haya gustado, dejénme sus comentarios para saberlo... Y gracias!!! Besossss!!!